JERARQUÍA Y DISCIPLINA EN LOS CUERPOS DE POLICÍA LOCAL. FUNCIÓN DE MANDO. RELACIONES DE SUBORDINACIÓN. EL SALUDO Y SUS CLASES. TRATAMIENTOS. PRESENTA­CIONES.


1.      JERARQUÍA Y DISCIPLINA EN LOS CUERPOS DE POLICÍA LOCAL.


 

1.1.      La Jerarquía.

 

El Derecho Administrativo define la jerarquía como la estructuración realiza­da entre los distintos órganos de un mismo ramo de la Administración dotados de competencia propia, mediante su ordenación escalonada, por la que los superiores pueden dirigir y fiscalizar la actuación de los inferiores.


Un Cuerpo jerarquizado es aquél que orgánicamente se articula en escalones de mando estableciendo áreas de competencia y responsabilidad, que deben asumir quienes ostenten una graduación a la que han sido promocionados por el reconocimiento legal de unos méritos y su aptitud profesional. Cada escalón se encuadra en otro superior que a su vez posee un mayor nivel de competencias y de responsabilidades, hasta converger en la cúspide, la jefatura, donde se concentra la máxima responsabilidad y, por tanto y en última instancia, la mayor capacidad de dirección.


Se estructura así un eficaz sistema, tradicionalmente denominado “cadena de mando”, en el que quien lo preside decide en base a su criterio profesional, la información que le aportan sus subordinados, las normas establecidas en los reglamentos y las circunstancias del momento. Esta decisión, traducida en órdenes, es transmitida en orden descendente a sus subordinados inmediatos para su obligado cumplimiento, asumiendo cada jefe del eslabón correspondiente la responsabilidad de ese cumplimiento dentro del área de su competencia y dictando a su vez las decisiones que para ello debe adoptar. La cadena de mando exige para su buen funcionamiento que ningún eslabón pueda ser saltado, ni en la transmisión de la decisión de arriba abajo, ni en la aportación de la información de abajo arriba. Por ello decimos que el mando a órdenes y el subordinado partes.


La jerarquización se fundamenta en la capacidad de decisión del que manda y en la asunción de toda responsabilidad sobre lo que ha mandado. Existen limitaciones a ese poder de decisión, limitaciones establecidas en las leyes.


La jerarquía es principio básico de actuación en los Cuerpos policiales dada la naturaleza de sus misiones, como establece el art. 5 d) de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (LOFCS): «Sujetarse en su actuación a los principios de jerarquía y subordinación»


La LOFCS, en su art. 52, la Ley de Coordinación de Policías Locales de la Comunidad de Madrid (LCPL), en su art. 4, y el Reglamento del Cuerpo de la Policía Municipal de Madrid, en su art. 1, definen a los Cuerpos de Policía Local como institutos armados de naturaleza civil y estructura y organización jerarquizada.


La estructura y organización jerarquizadas se caracteriza por su forma piramidal, siempre existe un superior jerárquico que se encuentra por encima de cada uno de nosotros, correspondiendo el vértice superior de ésta pirámide al Inspector Jefe del Cuerpo.


Este principio de jerarquía es primordial y de gran importancia en la organización del Cuerpo de la Policía Municipal,  debido a la naturaleza de las misiones que tiene que desarrollar. La jerarquía viene impuesta por el principio de que «en toda comunidad humana ha de haber alguien que mande y organice».



El Alcalde, como jefe de la Administración municipal, también es jefe superior del Cuerpo de Policía Municipal, quien podrá delegar sus competencias en el Concejal que designe. No obstante, dicho Cuerpo estará bajo la dependencia de un sólo jefe inmediato, debiendo establecerse, cuando el número de funciona­rios lo exija, una rigurosa jerarquía de clases o escalas.


En efecto, el Texto Refundido de Disposiciones Legales vigentes en materia de Régimen Local dispone que, dentro de cada municipio, la policía se integrará en un cuerpo único, aunque puedan existir especialidades de acuerdo con las necesidades, y que bajo la superior autoridad y dependencia directa del Alcalde, el mando inmediato de la Policía local corresponderá en cada Entidad al jefe del cuerpo.


La atribución de la jefatura de la Policía Municipal al Alcalde es constante. Así lo pone de manifiesto el Reglamento de Funcionarios, cuando dice que la jefatura de todos los funcionarios municipales que usen armas corresponderá directamente al Presidente de la Corporación.


El art. 253 del Reglamento de Funcionarios. especifica  que cuando existan varios funciona­rios se establecerá una rigurosa jerarquía de clases teniendo en cuenta las necesidades del Municipio y el volumen de las funciones, con una distribución proporcional dentro de la plantilla.


El Texto Refundido antes mencionado, reproduciendo en buena parte lo dispuesto en el Reglamento de Funcionarios, determina que orgánicamente la Policía Local estará integrada en una escala técnica o de mando y otra ejecutiva. En la escala técnica o de mando tenemos los empleos de Inspector, Subinspector y  Oficial. En la escala ejecutiva tenemos las categorías de: Suboficial, Sargento, Cabo y Policía.


1.2.      La Disciplina.


En cuanto a la disciplina, el Cuerpo de Policía Municipal deberá ajustar sus actuaciones a los  Principios Básicos establecidos por la LOFCS en su Título I, Capítulo II y por la LCPL en su Título I, Capítulo III. Hay que destacar, de manea especial, lo establecido por ambas leyes al establecer que «En ningún caso la obediencia debida podrá amparar órdenes que entrañen la ejecución de actos que manifiestamente constituyan delito o sean contrarios a la Constitución o a las Leyes».


La disciplina es una cuestión que atañe muy de cerca a los Cuerpos jerarquizados y uniformados como es el de la Policía Municipal. La necesidad de la disciplina en todos los órdenes de la vida trasciende a las relaciones humanas. La disciplina es la aceptación voluntaria de unas normas para el mejor servicio a una idea superior.


Si la disciplina es consustancial al hombre y necesaria en cualquier ordenamiento social, fácil es entender que sea virtud esencial en aquellos colectivos humanos cuya finalidad primera es el servicio a la sociedad. Esta imperiosa voluntad de servicio refuerza el concepto general de la disciplina, elevándola a la categoría de una predisposición intelectual hacia el cumplimiento de una normativa sin la cual la Institución vería seriamente comprometida la función que le está encomendada. Disciplina sería, pues, la actitud individual o colectiva que asegura una pronta obediencia a la misión recibida, así como la disposición apropiada a la actuación ante la falta de órdenes.


Dos son los tipos de disciplina: la activa y la pasiva. Por disciplina activa, el subordinado, convencido de su necesidad, acepta de buen grado el sacrificio que le impone el servicio, porque se sabe útil a la empresa común, convirtiéndose en un excelente colaborador del mando, entendiendo las razones de las decisiones que aquél tome y sometiéndose gustoso a la obediencia de sus órdenes. Por disciplina pasiva, el subordinado, falto de convicción, se niega a la colaboración y a la participación en tanto no le venga impuesta, exige la existencia de órdenes concretas, elude responsabilidades e iniciativas y olvida definitivamente la finalidad del servicio.


Si el policía municipal, como agente de la Autoridad, vela en todo momento por el cumplimiento de las normas, y corrige y denuncia a sus infractores, sería incongruente que él mismo no practique una actitud disciplinada





2.      FUNCIÓN DE MANDO.


La jerarquía se basa en dos principios:


  • Principio de unidad de mando, que implica una concentración de funcio­nes.


  • Principio de división del trabajo o especialidad de la gestión.


La actividad y papel del Mando queda englobado en la palabra mandar. Mandar es crear, motivar, y dirigir un equipo de subordinados para lograr los objetivos establecidos. Mandar, en definitiva, siguiendo a Fayol, es hacer funcionar el personal. Esta función directiva es la que identificamos con la noción de jefatura, del jefe, y en su virtud, podemos definir la función de mando como el conjunto de actos concretos del jefe que ponen en marcha a la organización y la conducen hacia la consecución de los objetivos propuestos.


La función de mando se materializa a través de actos concretos, por lo que su ejercicio tiene decisiva importancia sobre las organizaciones, de ahí la importancia del jefe. El Mando ha de saber convertir un grupo de subordina­dos, establecido por la estructura organizativa de la Policía Municipal, en un equipo eficaz, conjuntado, colaborador y con adecuado sentimiento de logro. Para ello debe motivarlo y convertirse en su dirigente, o sea, en quien le señala los caminos y le define los objetivos.


Si el papel del jefe se considera trascendente es importante destacar algunas de las condiciones que, para el ejercicio del mando, debe poseer éste:


1)         Efectividad: El ejercicio del mando justifica su existencia, la inhibición del que manda se traduce en que, a veces, priman los intere­ses particulares de quienes obedecen que pueden no coincidir con los objetivos de la organización.


2)         Delegación: La acumulación de tareas impide el ejercicio real de gran parte de ellas.


3)         Ejemplaridad: El comportamiento del grupo depende de la conducta personal del jefe.


4)         Continuidad: El mando no admite interrupciones por lo que es preciso garantizar la continuidad en el ejercicio de éste.


5)         Disciplina: El mantenerla impone corregir desviaciones.


6)         Fomento de la iniciativa: Un instrumento para fomentar la iniciativa es la delegación de funciones.


La función de mando es inherente y consustancial a la jefatura. El ejercicio de esta función, que impulsa a la organización hacia sus fines, se consigue mediante la transmisión de órdenes que deben ser claras, concretas, precisas y concisas.


El mando no nace, se hace, por lo que podemos extractar nueve normas que pueden considerar básicas para el aprendizaje del mando:


1)         Información y preparación técnica y táctica. Estar preparado para dirigir, lo que se consigue mediante una constante información y asimilación de lo que se lee.


2)         Conocimiento adecuado de uno mismo y una preparación personal y profesional adecuada.


3)         Conocimiento de los subordinados, buscando su bienestar. Conocer sus aptitudes y limitaciones tanto profesionales como humanas.



4)         Información local y veraz a los subordinados. Con información se mejora la iniciativa, la eficacia y la moral.


5)         Dando ejemplo el mismo mando con su actitud. La apariencia y conducta individual del mando, tanto particular como profesional, es fundamental para fomentar y mantener el respeto mutuo entre mandos y subordinados.


6)         Asegurarse de que la orden ha sido comprendida, controlada y cumpli­da. Seleccionando a las personas adecuadas para órdenes determinadas.


7)         Adiestrar a sus subordinados para actuar en equipo. Asignar a cada hombre las misiones con las que se siente más identificado o que van mejor con su forma de trabajar.


8)         El mando ha de ejercitarse en tomar decisiones. El Mando debe adoptar resoluciones, implicarse en el problema, responsabilizarse del riesgo posible de la situación. Antes de tomar decisiones deberá asesorarse y no debe vacilar jamas para no sembrar la duda ni el desconcierto.


9)         Inculcar el sentido de la responsabilidad entre los subordinados y aumentar el del Mando. Esto se consigue mediante la delegación de funciones.


El buen ejercicio del mando es el resultado de una profunda reflexión. El mando educa, dirige, organiza e instruye a sus subordinados de una forma continua y paciente y todo en un ambiente de confianza y lealtad mutuas. Para ello, el mando debe aglutinar en su persona unas cualidades:


a)         Responsable. El superior está facultado para exigir obediencia, por eso se le hace directamente responsable de los errores de sus subordina­dos.


b)         Moralmente respetable. A base de confianza en si mismo, conducta irreprochable, serenidad ante las situaciones complicadas, etc.


c)         Intelectualmente superior. A través de un perfecto conocimiento de su oficio, con claridad de juicio, amplia facultad de síntesis y absoluta disciplina.


d)         Físicamente preparado. Cuidando su apariencia exterior, presentándose siempre en condiciones de trabajar como el último de sus subordinados. Debe gozar de buena salud física y mental.


Podemos señalar otras peculiaridades del Mando como son: Transmite órdenes, decide a su nivel, ordena, controla el cumplimiento, enlaza con sus superiores, responsabilizándose, etc..


En definitiva, se llama Jefe o Mando a toda persona que dirige el trabajo de otros y es responsable del trabajo ejecutado por otros.


Finalmente resulta necesario hacer referencia a una serie de reglas que el mando debe tener presente en el ejercicio de su función:


1)         Conocer exactamente lo que quiere alcanza. Para ello hay que tener una idea clara de los fines y de los medios materiales y humanos de que se disponen, planificando de antemano las operaciones.


2)         Expresarse claramente mediante lenguaje claro y comprensible. Asegurándose de que la persona ha quien se da la orden la ha comprendi­do.


3)         Hablar sin dudar, con voz clara, y sin gritar.



4)         No pensar ni por un momento en que puedan desobedecer.


5)         Respetar la línea jerárquica, respetando los escalones jerárquicos y no haciendo observaciones a un mando delante de los subordinados.


6)         Individualizar las órdenes para que no haya duda de quien tiene que realizarlas.


7)         Adaptarse a la situación. Comprender a cada individuo y adaptarse a su situación personal así como al ambiente reinante en ese momento.


8)         Hacer que quien ha de ejecutar las ordenes desee hacerlo, es decir, motivarlo.


9)         En lo posible fijar el objetivo y dejar libertad en cuanto a los medios. Fomentar la iniciativa y dar confianza.


10)       Saber animar, felicitando a los que se lo merezcan, hacer observa­ciones no sólo cuando no va bien el trabajo sino también cuando las coas marchan bien.


 

3.      RELACIONES DE SUBORDINACIÓN.



3.1.      Concepto.


Subordinación es, en términos generales, estar bajo un ordenamiento, subordinatio, y por extensión estar bajo órdenes que, se entiende, son dadas por quien tiene atribuciones para ello.


Jorge Vigón, expresaba este concepto de la siguiente manera: «La ordenación cuenta, para asegurar la subordinación, con el mecanismo de la jerarquía. La disciplina es el medio de hacer jugar este mecanismo al poner en tensión el resorte de la obediencia».


La disciplina es un género de relación que supone la existencia de discípulos y maestros; de quienes obedezcan y de quienes enseñen a obedecer y sepan mandar. Esta es la razón de que la obediencia del inferior grado al superior sea el principio esencial de la subordinación. Esta reflexión resulta aplicable, de forma inmediata, a un Cuerpo jerarquizado y subordinado como lo es el Cuerpo de la Policía Municipal.


La Subordinación es una virtud muy ligada a la obediencia activa. Es la predisposición sincera a cumplir de buen grado y con el mayor sentido de responsabilidad e inteligencia los mandatos u órdenes del superior jerárquico.


No obstante lo anterior no se debe confundir subordinación y obediencia. La subordinación es un escalón más que la obediencia activa, ya que, es buen subordinado, no se limita a obedecer cuando le mandan, sino que se preocupa por la responsabilidad que tiene el Mando en el cometido que él debe desarro­llar, y por lo tanto asume esta responsabilidad como suya propia al realizar­lo. Toma decisiones ante cualquier hecho que se produzca de improviso, tendentes a la consecución del mayor éxito en los servicios encomendados.


3.2.      Consideraciones relativas a la Subordinación.


Es importante entender desde el principio que la subordinación obliga por igual a todos, al superior como al inferior, al que manda como al que obedece.


La subordinación impone no sólo el deber de la obediencia, sino que también el respecto a los superiores, existiendo muestras exteriores que lo demuestran como es el saludo. Saludar es una muestra de subordinación.


La Subordinación se funda en la noción de grado. Propone una ordenación por niveles de responsabilidad de todos los hombres que se integran en una organización. Esta virtud expresa la voluntad moderna de despersonalización de las relaciones de mando y obediencia. La nueva subordinación construye una pirámide de Mando que se fija hasta producir una situación en la que, de hecho, todos mandan y todos obedecen, dentro de un orden. Incluso quien ocupa el vértice de la pirámide obedece al ordenamiento jurídico y tiene prohibido extralimitarse en el uso de la autoridad que ha recibido. El desacato a las normas es, asimismo, la insubordinación formal del que obedece. Y es que la subordinación se legítima, tanto para los de arriba como para los de abajo, en la costumbre de obedecer a la norma.


La Subordinación, en definitiva, resulta para la mentalidad tradicional un sucedáneo de la fidelidad y de la lealtad. Pero para la mentalidad moderna se ofrece como un hallazgo afortunado que establece un orden al que todos habrán de atenerse de modo impersonal, desde puestos diferentes.


3.3.      Reflexiones en torno al concepto de Subordinación.


La subordinación es uno de los dos principios expresamente citados en la vigente LOFCS para regular la actuación profesional del policía. El otro es el de jerarquía. Más si la jerarquización es casi unánimemente comprendida y aceptada, por cuanto supone un reparto de papeles y responsabilidades en el ejercicio de una profesión, la subordinación, por el contrario, y a pesar de ser una consecuencia lógica de aquélla, provoca no pocos recelos, motivados, tal vez, por desconocimiento de su alcance y significado que por una fundada resistencia a admitir ese proceso natural que constituyen el mando y la obediencia.


En ocasiones se observan ciertas reticencias a la utilización del concepto que estamos analizando. Esto, quizá, se podría deber a dos posibili­dades: O se ignora su significado o no se comprende bien su trascendencia.


En el primer caso, al acudir al diccionario de la Lengua castellana, se nos dice, entre otras cosas, que subordinación es sinónimo de sumisión, palabra que puede herir sensibilidades. En este caso, en aras de un mejor entendimiento, podríamos aplicar este concepto cuando nos referimos a la subordinación a Leyes y preceptos.


Otros sinónimos más tolerables son los de sujeción o dependencia. El primero es utilizado en la propia LOFCS, cuando en su art. 5º d) se hace referen­cia a los principios básicos de actuación: «Sujetarse en su actuación profesional a los principios de jerarquía y subordinación. En ningún caso, la obediencia debida podrá amparar órdenes que entrañen la ejecución de actos que manifiestamente constituyan delito o sean contrarios a la Constitución o a las Leyes».


Otro aspecto más preocupante es la falta de comprensión que a veces se observa sobre su alcance profesional, cuando el subordinado policial, que tan incómodo pudiera sentirse de serlo, es a su vez una jerarquía en su actuación profesional y exige el cumplimiento de las normas a sus conciudadanos.


Este rechazo al concepto de subordinación pudiera estar motivado por la carencia de convicción interna sobre su necesidad social. Vigón lo entiende así, al definirla en otra ocasión como “una disposición espiritual de quienes se someten a una ordenación superior”. Esto implicaría la voluntariedad de aceptación de ese ordenamiento y por tanto la libre renuncia de la parcela de libertad que se ve comprometida por la obediencia.



4.      EL SALUDO, SUS CLASES.



Las relaciones entre Cuerpos Policiales y Ciudadanos, deben ir encaminadas, en cualquier sistema democrático, al logro del respeto mutuo.




Una de las manifestaciones de educación y respeto en el trato con los ciudadanos, lo constituye el saludo, por lo que debe ser un acto de obligado cumplimiento para todos los componentes del Cuerpo de Policía Municipal. Igualmente, el saludo se considera como expresión del respeto que imponen los principios de jerarquía y subordinación así como de manifestación respetuosa hacia determinados símbolos e instituciones.


El saludo es una manifestación de disciplina. Disciplina para el ciudadano que acepta unas normas de convivencia y de interrelación, y disciplina profesional para los miembros de los colectivos jerarquizados y uniformados. Porque efectivamente, es en estos Cuerpos en los que además de educación y respeto, el saludo constituye una demostración de acatamiento de unos reglamentos, subordinación a unos mandos y voluntaria sumisión a unos principios de jerarquía y de servicio.


Como quiera que tanto la LOFCS, LCPL, y el RCPMM proclaman la importancia y trascendencia que tienen los principios de jerarquía, subordinación y disciplina, se establecen las siguientes clases de saludos:


  1. Dirigido a un superior jerárquico. Acto de disciplina, subordinación y deferencia. Se efectua llevando la mano, con los dedos unidos y palma hacia abajo, hacia el boton del barboquejo de la prenda de cabeza o parte similar; el botón debe de tocarse con el dedo índice.


  1. Dirigido a una Autoridad. Acto de disciplina, subordinación, deferencia y buena formación profesional.


  1. Entre compañeros de la misma graduación. Acto de buena preparación profesional, de buenos principios y de buena educación.


  1. Dirigido a un ciudadano. Acto de buena preparación cívica, poniendo con ello de manifiesto la buena educación y preparación social del colectivo.


La clase de saludo difiere según se realice en lugar abierto o en lugar cerrado:


  • Saludo en lugares cerrados. No se efectua con la mano pues simplemente es adoptar la posición de firmes y pronunciar la frase de «A LA ORDEN DE VD.,USIA, VUECENCIA», o el tratamiento que le corresponda por su dignidad o cargo.


  • Saludo en lugares abiertos. Se pronunciará la frase mencionada en el apartado anterior y se llevará la mano, con los dedos unidos y la palma hacia abajo, hacia el botón del barboquejo de la prenda de cabeza o parte similar.


El saludo debe efectuarse siempre que sea reconocida la Autoridad o el superior jerárquico. De uniforme o de paisano. Nunca se tenderá la mano a una persona de mayor graduación, autoridad o representación social, hasta que la haya extendido dicha personalidad. Si se lleva la mano enguantada, no se quitará el guante de uniformidad para estrechar la mano que se le tiende. Hay obligación de saludar a:


  1. Reyes de España y Príncipe de Asturias.
  2. La Bandera.
  3. Autoridades civiles o militares.
  4. Personalidades extranjeras por razón de su cargo, dignidad o cometido.
  5. Autoridades Municipales.
  6. Durante la ejecución de los Himnos nacional y extranjeros
  7. A todos los superiores jerárquicos del Cuerpo.
  8. Al profesorado de la Academia mientras se es alumno.
  9. A todo ciudadano cuando se dirija a él y viceversa.



5.      TRATAMIENTOS.



Su obligación esta determinada en el art. 141.2 del Real Decreto Legisla­tivo 781/1986, de 18 de Abril,por el que se aprueba el Texto Refundido de Régimen Local, que dice:


     «Las Corporaciones Locales dispensarán a sus funcionarios la protección que requiere el ejercicio de sus cargos, y les otorgarán los tratamientos y consideraciones sociales debidos a su rango y a la dignidad de la función pública«.


El tratamiento difiere fundamentalmente en función de la dignidad o cargo de la persona a la cual se dirige. Es una colectividad jerarquizada, donde existen graduaciones y jerarquías perfectamente delimitadas, y en determinados casos diferenciadas por unos tratamientos reglamentarios: usted, usía, vuecencia, etc., el tratamiento que se debe dar a los miembros de esta colectividad resulta fundamental.


De forma general debe utilizarse, como forma de tratamiento, el “usted” entre los miembros del Cuerpo de Policía Municipal. El “usted” es en principio una demostración de respeto con la que se inicia todo conocimiento. También es una deferencia hacia la categoría y dignidad que, por razón del cargo que se desempeña en el entramado social, puede poseer cualquier persona. También es una prueba de consideración a quines por edad merecen un trato especial. Todo el mundo tiene derecho al “usted”.


El tuteo profesional se utiliza preferentemente en dos direcciones. Hacia el subordinado como un “derecho” adquirido por el superior. Hacia el compañero de empleo como una costumbre hecha ley. Hacia el superior como una réplica al primero de los casos o simplemente como una audacia. Y ninguna de las razones es válida. Ni un superior tiene derecho a tutear a sus subordinados, ni en el mismo nivel de empleo es obligatorio tutearse, ni un subordinado puede permitirse tutear a un superior (si éste no le ha concedido esta prueba de confianza y amistad).


El tuteo profesional deber ser una prueba de confianza y de amistad que concede un superior cuando lo estime oportuno, cuando esté seguro que esa deferencia no va a afectar al servicio ni al respeto que en todo momento debe existir entre todos los escalones de la jerarquía. Forzar esta situación, porque es una costumbre profesional, no es correcto ni lícito.


El Reglamento de protocolo y ceremonial aprobado por acuerdo plenario de 22 de diciembre de 1988, determina el tratamiento y orden de precedencia interno de la Corporación municipal de la siguiente manera:


1º.        Excelentísimo señor Alcalde.

2º.        Ilustrísimos señores Tenientes de Alcalde, por su orden.

3º.        Ilustrísimos señores Portavoces de los Grupos Políticos municipales.

4º.        Ilustrísimos señores Concejales de la Comisión Municipal de Gobierno, por su orden de nombramiento.

5º.        Ilustrísimos señores Concejales del Grupo de Gobierno del Ayuntamiento, por el orden de lista electoral.

6º.        Ilustrísimos señores Concejales de los Grupos Políticos, por su orden electoral y ordenados de mayor a menor representación municipal.


 

6.      PRESENTACIONES.



Las presentaciones difieren en función de la clase de saludo y del lugar donde se realicen:


  1. En lugares cerrados:


  • Se pide permiso para entrar.
  • Se descubre y conla prenda situada en el antebrazo izquierdo y la bisera al frente, colocado en posición de firmes, se pronuncia la frase «A LA ORDEN DE VD., USIA, VUECENCIA, o el tratamiento que le corresponda por su dignidad o cargo.



  • Presentación : Se presenta el Oficial, Sargento, Policía, etc..


  • Despedida: Ordena algo más ……, ordena algo.


  1. En lugares abiertos:


  • Con la prenda de cabeza puesta, se situa en la primera posición de saludo y no se baja la mano hasta que se lo ordene su supe­rior.


  • Posición de firmes.


  • Se pronuncia la frase «A LA ORDEN DE …..»